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Sinopsis:
No siempre llegamos a conocer los deseos y anhelos de un niño, y cuando se convierte en adolescente la cuestión se complica. En aquellas familias cuya tradición laboral se centra en las actividades de sus predecesores, llámense abuelos, tíos, primos mayores y demás elementos familiares, esto resulta más fácil.
Tenemos a nuestro alcance muchos ejemplos, sobre todo en aquellas familias dedicadas al arte, ya sea en música, teatro, cine, danza, incluso en profesiones liberales y de cierto prestigio como, por ejemplo, hijos herederos de una factoría, de un negocio o de un despacho de abogados, un estudio de arquitectura o una consulta de medicina, cuyos pacientes pasan a serlo de aquellos hijos que han hecho los estudios pertinentes que les permiten acceder a aquella.
Pero el caso de Verónica es distinto. Aunque cuenta con la inestimable ayuda de Pilar y Engracia, apoyadas por la familia de don Genaro y de Isidro, tiene que lograr conocer hasta dónde puede llegar. Descúbrelo en estas páginas, que no te defraudarán.
Tamaño: 170 x 240 mm
Páginas: 330
Encuadernación: Rústica fresada con solapas
Sobre el autor:
La experiencia adquirida a través de los años vividos me ha enseñado que tengo la necesidad y quizá la obligación, de
exponer mis vivencias sobre todo para sentirme agradecido por la vida que me ha tocado.
Nací en 1946, en un pequeño pueblo extremeño: Alburquerque. Allí pasé mis primeros días en contacto permanente
con mi familia y la naturaleza que me rodeaba. Después llegué a Madrid donde empecé la escuela. Aprendí a leer y a
escribir gracias al cariño y la persuasión de “mi señorita”, tan joven y trabajadora, que no cejó en su empeño hasta que
lo conseguí. Era la entrañable señorita Blanca, a la que debo la base, los cimientos y los pilares de lo que soy. Aprendí
muchas otras cosas con los “chicos de la calle”, que no eran otros que mis vecinos. Mi formación se amplió en un
colegio religioso. Concretamente en el de los Salesianos de Atocha.
Disfruté de las más diversas disciplinas. Algunas relacionadas con la salud, la enfermedad y sus consecuencias. En
ese momento creció en mí el afán por la lectura y por mis manos pasaron toda una variedad de géneros, desde la
novela de aventuras hasta diversos tratados de psicología y neurología.
Siempre he creído que el escritor debe ser honesto consigo mismo. No traicionarse con ideas volubles y fantasías que
él mismo alimente. Más bien, devolver a la sociedad en forma de relatos su propia vida. Aunque duela.
Con esta disciplina aprendí a escuchar, pues estoy seguro de que se aprende más escuchando que parloteando como
un loro. Porque la experiencia me ha enseñado que “algunos que hablan mucho, mienten mucho”. Mi pluma corre
ligera cuando plasma vivencias y experiencias, aunque suponga una forma de confesión ante el lector. Pues mi deseo
es ser honesto con él.
Estos son mis principios, mis armas y mis anhelos, que me ayudan a hacer más comprensible la ardua tarea del
escritor. Muchas gracias por fijarte en esta historia que tienes en las manos. ¡Disfrútala como yo!