Ricardo Escobar Martínez

A qué huelen las nubes

ISBN:

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Sinopsis:

A qué huelen las nubes, pues ni lo sé ni me importa, solo sé que era una distracción para no ver lo que me ocurría. En este libro, explico lo que te puede pasar si no abres los ojos, si te dejas guiar por un pensamiento que no sabes eliminar. Es muy duro sentirse vulnerable, no saber a quién acudir, rezar todos los días para que tu problema se vaya. La vida es muy difícil, en cualquier momento te puede saltar una chispa mortal. Puedes pensar que solo es una mala racha, que todo se arreglará. Pero ten en cuenta que si no cambias tu forma de pensar y lo dejas en manos de la suerte tu problema empeorará y ya no lo podrás remediar.
Por tanto, este libro está dedicado para todas aquellas personas que sufren de anorexia, que no saben dónde acudir, que tienen miedo por morir. No dejemos que nuestros hijos se hundan en esta enfermedad, podemos ayudarlos y en este libro os muestro la realidad. Todos podemos ser víctimas de una enfermedad, por tanto, nunca penséis que eso no os pasará, abrid los ojos y dedicadle tiempo a vuestros hijos, y si veis un problema no dudéis en decirlo.

Tamaño: 150 x 210 mm
Páginas: 48
Encuadernación: Rústica fresada

Sobre el autor:

Mi nombre es Ricardo Escobar Martínez, nací en 1980 en la ciudad de Badajoz. Es verdad que lo de ser extremeño es solo circunstancial, ya que con solo un año me vine a Andalucía. Concretamente a Sevilla, ciudad en la que pasé toda mi infancia y adolescencia. Más tarde, cuando acabé mis estudios de agrícola, me trasladé a la provincia de Huelva, a un pueblecito de nombre Villanueva de los Castillejos. Allí pude empezar una aventura, me casé, monté una explotación de olivos, y, lo más importante de todo, es el lugar donde mi hija nació. A lo largo de estos años tuve que cambiar de residencia. El divorcio y la mala vida me alejaron de ese pueblo encantador. Después de muchos años a la deriva sin saber qué hacer y visitando lugares para poder entender qué me ocurría, decidí que mi vida estaba destinada para ayudar a los demás. Me puse a estudiar integración social. Fue como la luz que se encendió dentro de mí, vi mi vocación, ayudar a los demás y así poder ayudarme a mí mismo. En definitiva, mi vida ha sido como una noria, unas veces arriba y otras abajo, pero nunca dejé de rodar y ahora puedo presumir de hacer lo que realmente quiero.

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