Entrevistamos a nuestro autor Sergi Arroyo que nos trae su gran obra ‘Los soldados del hijo azul’. Una historia situada en una fecha actual que comienza con un accidente. Unas cifras coincidentes hacen entrever a los personajes protagonistas que hay un enlace, un enigma y que nada es casual.
A continuación, os dejamos con la entrevista completa a Sergi, donde nos explica algunos detalles del proceso de redacción de su obra y su experiencia con viveLibro.
viveLibro (V): Sergi, ¿cómo surge tu interés por la escritura y cuándo decides dar el paso y publicar tu propio libro?
Sergi Arroyo (SA):Comencé a escribir muy temprano, antes de los 10 años, fusilando libros que leía del estilo de Los Cinco o los Hollister y que nunca acababa de redactar porque no tenía claro lo que quería contar. Recuerdo que me gustaban mucho las historias donde había muchas voces diferentes porque, de algún modo, entendía que lo que hacía el escritor era lo que yo mismo hacía en el recreo del colegio, tratando de escudriñar en las mentes de los compañeros para entender por qué todos éramos diferentes y cada uno hacía las cosas desde su propia óptica. Quizás este sea un pensamiento de adulto, pero como niño me hice con su semilla, porque aunque lo pensara con palabras y conceptos diferentes, la esencia de mi curiosidad fue esa: las personas, las perspectivas diferentes. Me parecía dificilísimo lo que hacían los escritores: el auténtico secreto de las letras. Como era pésimo en ciencias, pensé que tal vez ese sí sería un camino intrincado que me atrevía a seguir y me puse a indagar en él, especialmente a través de un diario que comencé a los catorce años y que duró durante muchísimos años, y luego también con una novela corta, redactada casi del tirón en apenas dos días, que escribí a los 16 sobre lo que hubiese sido mi vida si hubiese tomado otras decisiones. Sin embargo, la pasión por la ficción vino mucho después, ya entrada la veintena, donde con mucho material recopilado y algún intento de novela escrito, pensé que ya era un buen momento para crear una realidad paralela en la que entender cosas que no entendía en la nuestra. De ahí nació el objetivo de escribir algo completo, que implica compromiso por mi parte, y a pesar de que ya estaba trabajando en otros sectores, se gestó y se escribió «La piel del príncipe», el primer libro que publiqué. Quedé muy contento con la experiencia y me lancé a publicarlo, aunque eran los primeros años de la autoedición y ahora lo haría de otro modo muy diferente.
V: ¿Cómo surge la idea de Los soldados del Hijo Azul ?
SA: Este libro nació en una situación personal complicada, tras un repentino cambio laboral y con mucho tiempo por delante. Tras haber publicado mi segundo libro, «Cuidados intensivos», tenía la necesidad de volver a implicarme en un proyecto a largo plazo que fuera más denso e intenso y que me supusiera un paso más en el camino del autoconocimiento como autor. Por ello, anduve meses meditando acerca de mis obsesiones personales y las cosas que realmente quería contar, hasta que una mañana cualquiera de miércoles me hice una pregunta que me obligó a buscar respuestas. No soy una persona creyente, pero la pregunta fue sencilla: «¿Qué pasaría si Dios demostrara de viva voz su existencia, pero para decirnos que quiere retirarse porque está cansado de nosotros?». La premisa fue demasiado atractiva como para no atraparla y me puse a meditar sobre quiénes serían, en el mundo actual, los que entrarían en liza para suceder a Dios en su trono. Qué o quiénes serían los que tendrían posibilidades, cómo sería esa guerra de sucesión. Aquello me supuso un alud de otras preguntas y otras respuestas y, aunque vinieron muchos meses de irme por las ramas, la idea ya estaba atrapada. Finalmente, conseguí hacer una criba y convertí en personajes humanos a los cuatro conceptos que creería que serían «finalistas» en esa batalla por la sucesión de Dios: el dinero, la violencia, el amor y la imaginación.
V: ¿Qué van a encontrar los lectores en tu nuevo libro?
Desde luego, la propia idea de la novela creo que obligaba a que hubiera algo de fantasía con la que poder tomarme ciertas licencias. Por ello, quienes busquen una historia de fantasía, la hallarán. Sin embargo, no hay nada medieval o de fantasía tradicional: ningún elfo, ningún hada, ningún zombi. Todo ocurre en nuestras calles de hoy en día, con personas que visten como lo hacemos nosotros y que trabajan en nuestras profesiones. Por ello, y aunque me parece una etiqueta muy grande, es probable que el libro encaje más en el realismo mágico que en la fantasía. Con todo, la novela tiene más de thriller político y un protagonista que es pintor, con lo que creo que es precisamente un juego a cuatro bandas entre los cuatro «finalistas» de los que hablaba antes: el dinero, la violencia, el amor y la imaginación. Hay un poco de todo para todos, envuelto en una aventura que transcurre entre Nueva York, Chicago, Londres, Ibiza y una isla griega, entre otros escenarios secundarios. Cualquiera puede disfrutar de su lectura porque resulta fácil identificarse con alguno de los personajes, tengas la opinión que tengas sobre quién debería suceder a Dios.
V: ¿Cómo te decantas por este tema para tu libro?, ¿cuánta fuerza puede tener la imaginación en nuestra vida?
SA: El cambio en mi situación laboral trajo muchas preguntas sobre lo que hacer después, y casi todas ellas traían una negativa visceral, interna, que se rebelaba contra la presión del dinero. Analicé con detenimiento los años transcurridos desde que quería escribir, siendo adolescente, a esa mitad de la treintena donde no concebía que la vida pudiera ser de otro modo que no fuera mediante un sueldo fijo y una falsa seguridad. Por eso me puse en la piel de Bardo, el protagonista, para tratar de imaginar lo que hubiese ocurrido si yo, muchos años atrás, hubiese tomado otro camino diferente y entendí que lo que lo mantenía en pie a él, aunque fuera solo como un superviviente, era su imaginación; la capacidad de ver otros caminos es algo inherente a los que saben detenerse a pensar. Hay que querer tener tiempo para pensar, hay que querer detener la marcha e invertir horas, o días, o meses, a meditar sobre qué otros modos están a tu alcance, si los quieres, para conseguir otras cosas distintas a las que ya tienes. La imaginación es el pincel que dibuja caminos que no están, y por lo tanto la fuerza que puede tener es infinita.
V: ¿Barajaste más opciones además de Los soldados del Hijo Azul para el título de tu libro?
SA: Yo siempre digo que los títulos son como el Gordo de la Lotería de Navidad, que luego los periódicos dicen que ha sido madrugador o remolón. Este fue madrugador, por primera vez en mi historia como autor, porque me vino tan pronto como tuve dibujado a David Davenport (el Hijo Azul) como personaje. Hay quienes me han dicho que es un título sugerente, que supongo que es el modo elegante de decir que lo encuentran demasiado críptico, pero asumiendo que tal vez no es el título más ligero del mundo, desde luego sí es el único que podía tener este historia porque cristalizó en mí muy pronto.
V: ¿Cómo fue la elección de la portada para Los soldados del Hijo Azul?
SA: Lo que de verdad tenía claro era que debía contener unos trazos de acuarela azul, en honor a la historia. Luego también quería una figura masculina, probablemente de espaldas, que recordara a Bardo. A partir de aquí, vinieron semanas de tira y afloja con el departamento gráfico pidiéndoles que agregaran esto, quitaran aquello, ahora poned lo otro, ahora quitad aquello que os pedí… hasta que quedó un resultado que creí que se acercaba mucho a la idea que tenía en mente y que, al mismo tiempo, era lo suficientemente nueva para mí. Se portaron muy bien conmigo e hicieron todos los cambios que les pedí hasta que quedé del todo satisfecho. Y lo cierto es que me gusta mucho el resultado final.
V: Después de este primer paso con viveLibro, ¿tienes otros proyectos en mente?
SA: Además de que un guionista madrileño está adaptando el libro para el formato audiovisual que convertirá la historia en una serie de tres temporadas, diez capítulos por temporada; estoy inmerso ya en el desarrollo de la «segunda parte» (¡temporada dos!), que luego llevará a una tercera que será el final. El proyecto en sí mismo es una trilogía cuyas partes pueden leerse perfectamente con independencia unas de otras y que realmente tiene visión de largo recorrido. En paralelo, estoy escribiendo una reinterpretación adulta de mis diarios adolescentes como divertimento, ahora que he vuelto a la casa en la que crecí cerca de Barcelona tras tantos años en Madrid, y he abordado también la autotraducción de los Soldados del Hijo Azul al catalán, para trabajar también con mi otra lengua nativa.
V: ¿Qué le dirías a los lectores para que se llevaran Los soldados del Hijo Azul a casa?
SA: Los soldados del Hijo Azul encierra un mensaje universal apto para jóvenes, no tan jóvenes y mayores. Es una historia de acción, con movimiento, nada estática, que lleva a Bardo de acá para allá bajo mil amenazas, haciendo el amor escondido en Chicago, bailando en Ibiza y manifestándose brazos en alto en Nueva York, pero que también tiene momentos de reposo, como son sus ratos con los pinceles frente al lienzo enseñándonos su modo de perseverar. Es un chico que sabe ser joven y sabe ser mayor, y por eso cualquiera puede identificarse con él. Además es muy tozudo, con lo que es probable que se pueda identificar fácilmente con alguien que ya se conozca. Es una lectura ideal para el verano, porque te ayudará a valorar mucho más el ocio y a vivirlo de otro modo, y a enfrentar el otoño laboral valorando qué hacer con lo que estoy convencido que es tu arma más potente: la imaginación.