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Sinopsis:
¿Realmente sabemos distinguir lo auténtico, lo real, de lo imaginario? En nuestras mentes se debaten en muchas ocasiones imágenes vividas, imaginadas e incluso deseadas.
Vivencias que con el paso del tiempo se transforman y terminan perteneciendo al mundo de lo real, aunque no lo hayan sido nunca.
En este relato imaginario podemos encontrar situaciones similares, que pueden darnos una explicación de su transformación en hechos reales. No sólo por sí mismos, sino por nuestros propios deseos de que hayan sido posibles.
Pero se me ocurre preguntar si lo que vivimos forma parte de nuestra consciencia o del deseo más ferviente de que resulte realmente cierto.
Y, en mi duda, aparece la mención de Calderón cuando escribe "La vida es sueño". Si a ti, amigo lector, te ha ocurrido algo semejante, aquí puedes encontrar situaciones parecidas que te harán dudar hasta de tu propia fecha de nacimiento, pero dentro de una entrañable aventura propia de estudiantes y de todo el entorno familiar y de amigos.
Quizá sea un disparate, pero te aseguro que al menos te divertirás y serás testigo privilegiado de sus cuitas, temores, enredos y alegrías.
No te lo pierdas… Puedes encontrarte con tu propia experiencia.
El autor
Tamaño: 140 x 240 mm
Páginas: 242
Encuadernación: Rústica fresada
Biografía de los autores:
Juan Méndez Aspano. La experiencia adquirida a través de los años vividos me ha enseñado que tengo la necesidad y quizá la obligación, de exponer mis vivencias sobre todo para sentirme agradecido por la vida que me ha tocado.
Nací en 1946, en un pequeño pueblo extremeño: Alburquerque. Allí pasé mis primeros días en contacto permanente con mi familia y la naturaleza que me rodeaba. Después llegué a Madrid donde empecé la escuela. Aprendí a leer y a escribir gracias al cariño y la persuasión de “mi señorita”, tan joven y trabajadora, que no cejó en su empeño hasta que lo conseguí. Era la entrañable señorita Blanca, a la que debo la base, los cimientos y los pilares de lo que soy. Aprendí muchas otras cosas con los “chicos de la calle”, que no eran otros que mis vecinos. Mi formación se amplió en un colegio religioso. Concretamente en el de los Salesianos de Atocha.
Disfruté de las más diversas disciplinas. Algunas relacionadas con la salud, la enfermedad y sus consecuencias. En ese momento creció en mí el afán por la lectura y por mis manos pasaron toda una variedad de géneros, desde la novela de aventuras hasta diversos tratados de psicología y neurología.
Siempre he creído que el escritor debe ser honesto consigo mismo. No traicionarse con ideas volubles y fantasías que él mismo alimente. Más bien, devolver a la sociedad en forma de relatos su propia vida. Aunque duela.